Yo miraba la luna refractada
en tus ojos esquivos
y el brillo intermitente
de tu piel transpirante
semejaba una multitud
de estrellas titilantes.
La efímera noche se perdía
siempre
en el bruno de tu frondosa
cabellera
donde solo quedaba
sumergirme
y respirar la fragancia
de tu ondeante y profunda
oscuridad…
Gabriel Cordears
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